domingo, 16 de febrero de 2014

Hotel Evenia Rosselló

En la segunda visita a Barcelona en menos de dos meses me apetecía salir de las cadenas habituales de hoteles y probar una en la que no tenía experiencia previa. Lo que había visto en su página web me había parecido razonable. Reconozco que no tenía nada que me pareciera especialmente interesante, pero tampoco encontré nada que convirtiera el Evenia Roselló en una opción descartable de antemano.

Empecemos por lo menos satisfactorio. En general, una clara orientación hacia el usuario que visita la ciudad con fines turísticos, lo que suele traducirse en unos servicios un tanto escuetos, en una ausencia considerable de aspectos que te lleven a pensar que estás alojado en un hotel de un estatus elevado (y eso que estamos hablando de un 4 estrellas) y sobre todo, en unas habitaciones en las que es complicado trabajar (en este caso por dos motivos: porque no había luz adecuada en la mesa de trabajo y porque había que ser un especialista en Tetris para poder sentarse o levantarse de la misma).



Sin embargo, el aspecto mejorable más importante fue la falta de mantenimiento de la habitación: la tapa del water no se mantenía en pie, la televisión no se veía probablemente por un mal ajuste de la antena, la cisterna se atascaba y no dejaba de soltar agua...



Y sin embargo, es un hotel que resulta interesante si no se tienen pretensiones: tiene un pequeño gimnasio en el que todas las máquinas están en buen estado y funcionan (algo cada vez más infrecuente, quizá por la famosa crisis), el desayuno es bastante correcto, en las habitaciones se pueden encontrar detalles que hacen pensar en un esfuerzo de diseño y de personalización, también se puede ver alguna concesión a los gustos más actuales en el hall y sobre todo, para mi fue muy gratificante disfrutar de la oportunidad de alquilar una bicicleta a un precio muy razonable (7,5€/día) para aprovechar el tiempo libre que me dejaron mis compromisos profesionales.