En su haber, un jardín bellísimo alrededor del comedor y una ubicación que permite adentrarse en las calles del casco histórico de Tarragona en un breve paseo.
Y sin embargo, es un hotel avejentado (las habitaciones te devuelven 30 años atrás, ¿30? o más...), que usa el término "Imperial" sin estar a la altura de él, que ofrece una atención claramente mejorable, que parece medio vacío, como si fuera un hotel fantasma, en muchos momentos.
En cualquier caso, lo que más llama la atención del Terraco Imperial es el casino al que se puede acceder desde el hall del hotel: un espacio que parece más actual y moderno que el resto del edificio y que le resta protagonismo.
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