Viniendo del Parador de Tortosa, la entrada al Parador de Santo Domingo de la Calzada no produce tanto impacto, pues recupera gran parte de ese aire medieval, entre antiguo y viejo (en este caso, más antiguo que viejo), señorial y recargado de aquel.
Quizá en este caso, el aspecto del Parador está más cuidado, es más elegante que el de Tortosa; como si se tratara de un alojamiento de mayor nivel: muy bien iluminado, con tapices y mobiliario en buen estado, lámparas gigantes, detalles de clase.
La ubicación es inmejorable: en pleno Camino de Santiago, junto a la Catedral y al lado de una de las torres más altas y bellas que he podido ver (y a la que se accede previo pago, como en casi todo…). Muy atractivos son también los diferentes espacios para mantener una amena charla, para tomar un café o leer un libro en el patio central, sin lugar a dudas, el corazón del Parador de Sto Domingo.
Las habitaciones tienen ese aire medieval y señorial del conjunto. En particular, llama la atención la especie de dintel sobre las camas (un cortinaje para el que me falta vocabulario…) y un pequeño espacio que invita a la lectura o al reposo con dos pequeños sillones y una mesa baja sobre una acogedora alfombra.
Sin embargo, son bastantes los aspectos en los que podría mejorar: la cafetería no es muy atractiva: pequeña, poco usada, con escasa variedad. Las habitaciones son muy poco funcionales y muy orientadas a un turismo, probablemente, de paso. El desayuno tampoco dejará huella en la memoria.
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